viernes, 24 de agosto de 2012

Desde Delhi, la India nos dice adiós


Las primeras luces de la mañana nos han pillado a bordo de un último tren que nos bajaba de las faldas del Himalaya para traernos a la llanura de Delhi; de la tranquilidad, el ritmo lento de los tibetanos y el fresco de las montañas, a los atascos, las prisas y el bochorno de la capital del país. Este último viaje lo conseguimos en tercera clase y la verdad se ha notado la diferencia. Ha perdido la aventura de los vendedores que pululan por los vagones y el aire que entra por las ventanas pero hemos ganado en comodidad: sábanas limpias, almohada, manta (sí manta, porque el aire acondicionado no se apaga en todo el viaje) y la oportunidad de no sudar en toda la noche.





Tras coger un rickshaw que nos ha traido al hotel, desayuno buffet, ducha y ropa limpia para el último paseo por las calles de una ciudad india. El punto diferente del día han sido las dos trombas de agua que han caído a la mañana y al mediodía: han bajado la temperatura pero en las calles se ha formado un líquido negro que lo impregnaba todo y que, obviamente ha impregnado también nuestras sandalias y nuestros pies (no comments). Antes de comer nos hemos dedicado a hacer unas compras y por la tarde hemos visitado dos edificios de la parte vieja de Delhi que nos quedaban pendientes: el fuerte y la mayor mezquita de toda India. Grandes edificios que merecen únicamente por el continente no por el contenido. Para terminar el día nos hemos dado un banquete al estilo indio cenándonos entre los dos un “Chichen Tandory menú”.



Esto es todo lo que han dado las tres semanas. Ahora volvemos con una mochila llena de ropa sucia y muchas imágenes acompañadas de olores, colores, sabores, sudores, calores, sonidos, rostros… que no vienen en la fotografías pero que han quedado grabados en la memoria de nuestros sentidos y que hacen un paisanaje curioso de un país que no deja indiferente a nadie. Si todo va bien mañana nos espera el aeropuerto internacional Indira Gandhi, el aeropuerto internacional de Helsinki y la T4 de Barajas; un autobús en Avenida America de Madrid y, el domingo por la mañana, un rico desayuno en Gorrotxategi. Esperemos que así sea. Namaste!

miércoles, 22 de agosto de 2012

Lo que la niebla esconde




Nuestro segundo día entre la niebla no has regalado una pequeña tregua para que al marcharnos mañana nos llevemos una leve idea de donde hemos estado. Esta tarde, después de nuestra sesión de masaje tibetano que nos ha dejado planchados y una buena comida estábamos tomando el café en una de las muchas terrazas en los tejados que tienen los pueblos a lo largo de India cuando la niebla se ha retirado durante un par de horas. Nos ha servido para imaginar lo bonito que tiene que ser el entorno con el cielo despejado y un sol que seque un poco el ambiente. No podemos decir mucho más de lo que dijimos ayer. Por lo menos estamos descansando de estas tres semanas de madrugar y no parar en todo el día, sudando y pasando calor.

Mañana nos toca la vuelta, autobuses durante unas cuatro horas y luego tren nocturno (el último que cogeremos en la India) para llegar a pasar nuestras últimas horas en Delhi.



martes, 21 de agosto de 2012

Y llegó el invierno


Sabíamos que podía pasar. Pero después de 18 días en los que, más o menos, todo había salido como lo habíamos pensado en Tolosa, no creíamos que los últimos dos fueran a ser una excepción. Pero nuestro plan se ha estropeado. Nuestra idea era pasar estos últimos tres días en un pueblo de la cordillera del Himalaya disfrutando de la tranquilidad de la naturaleza, la belleza del paisaje y el ritmo de vida de los tibetanos del exilio, que tienen su gobierno aquí. Lo que no imaginábamos es que el monzón afectaba a esta zona especialmente y que durante julio, agosto y septiembre apenas para de llover. Pues así es: llueve (nos hemos tenido que comprar un paragüas); hay niebla cerrada (por lo que no se ve una mierda a más de 20 metros); y he cogido catarro.

Dentro de lo que cabe no está mal el plan alternativo. Tenemos un hotel majillo (canal satélite, sofá, wifi, agua caliente, servicio de habitaciones…); estamos al final del viaje y descansar no viene mal; y no sudamos nada más ducharnos. Por lo que durante el día de hoy hemos llevado plan tranquilo y mañana no esperamos que sea mucho más movido. Nos hemos levantado tarde, desayuno en la habitación y paseo por la casa del Dalai Lama, templos, biblioteca… Comer tranquilamente y cafecito en una cafetería. Ahora siestita, lectura o alguna serie americana del satélite, y dentro de un rato salir a cenar y vuelta para el hotel.

Para mañana hemos reservado una sesión de masaje tibetano y compras por la ciudad. Por lo que quizá no haya mucho ni que escribir ni que poner en fotografías. Os enseñamos algunas de hoy aunque no sean dignas de concurso.



lunes, 20 de agosto de 2012

Una nueva religión, una nueva cultura


Durante el día que hemos pasado en  Amritsar hemos podido conocer una nueva religión y cultura: los Sijs. Porque aunque haya quien diga que son cosas diferentes están íntimamente ligadas y en este caso más aun. Este grupo de personas que visten casi todos con barba larga, pelo largo enrollado en turbantes, ropa blanca o naranja y una especie de daga tiene una forma de concebir el mundo muy positiva y están abiertos a todas las gentes de cualquier lugar y credo. Su lugar de peregrinaje y centro neurálgico de su gobierno es Amritsar y, en esta ciudad se puede visitar y quedar realmente impresionado, el templo de oro. Se trata de un lugar de culto, donde se debe entrar descalzo y lavarse los pies en la entrada; y cubrirse la cabeza con un pañuelo (se prestan o se venden. Nosotros hemos comprado por el tema de los piojillos). El templo está en el centro de un estanque y sólo se accede por un pasarela estrecha. El resto puede pasear por el entorno y sentarse a la orilla únicamente con las piernas recogidas (forma de flor de loto). Como ejemplo de hospitalidad tienen un gigante comedor donde dan comida a quien quiera gratuitamente. En todo el recinto se respira un ambiente de solemnidad y recogimiento que anima a sentarse y relajarse. Nosotros hemos llegado a la hora de la puja y hemos visto como se bañaban y purificaban en el lago.



         Después de desayunar tocaba alejarnos de esta ciudad y subir más al norte aun, al lugar donde vive el Dalai Lama y su gobierno en el exilio, a las faldas de la cordillera del Himalaya. Y aquí nos encontramos. El viaje ha sido de no creérselo. Sólo nos separaban unos 200 kilómetros de nuestro destino, ¡¡pues hemos tardado ocho horas y hemos cambiado cuatro veces de autobús!! Conduciendo a 30-40 km/h por carreteras con desprendimientos por las lluvias del monzón, acelerando, frenando… me recordaba a unos dibujos animados que veía yo cuando era pequeño “La carrera de los coches locos”, pero en autobús. Después de todo ese tiempo ya estamos en nuestro hotel y aquí pasaremos los próximos tres días y casi los últimos. La pena es que la niebla hace difícil disfrutar del paisaje y un xirimiri de lo más vasco  nos hace ponernos el chubasquero, ¡pero qué le vamos a hacer!



domingo, 19 de agosto de 2012

Cuando India se encuentra con Pakistán



Existen ciertas cosas que aunque te las hayan advertido no dejan de atraer tu curiosidad y hasta que no las conoces de primera mano no te quedas a gusto. Algo así nos ha pasado con la experiencia de esta tarde. Durante este tiempo en India nos hemos encontrado con gente que nos ha dicho de no ir a la frontera con Pakistán y hay quien nos ha animado. Con todas nuestras dudas hemos querido conocerlo de cerca para poder opinar.

A las tres de la tarde estábamos metidos 13 personas en un coche para recorrer los 30 km que separan Amritsar de Pakistán. Cientos de coches llegan al mismo lugar repletos de indios, en su mayor parte, para asistir al diario “chow” que ofrecen los soldados que guardan la frontera. En ambos lados de las puertas que unen los dos países graderíos, banderas y símbolos patrios. Durante dos horas se van hacinando miles de indios orgullosos de serlo para gritar algo parecido a “larga vida a la India”, mientras al otro lado apenas una centena de Pakistaníes hacen lo mismo. Al atardecer, los soldados con ropas ridículas hacen gestos aun más ridículos y abren las barreras, se saludan, arrían las banderas y entre aplausos y gritos de amor al país la recogen y se vuelven a sus casas. Los extranjeros tenemos grada aparte, muy en primera fila, para que veamos muy de cerca la suerte que tienen de ser indios. Es una pena que con la Unión Europea no podamos hacer lo mismo en Biriatou o en la Jonquera.


Mañana occidental


Las dos semanas que llevamos en India se van notando y, por momentos, se van echando de menos ciertas comodidades de las que disfrutamos día a día. Esta mañana hemos comprobado que gastando más dinero también se puede viajar en India, y hemos disfrutado de medio día estilo occidental. Por medio de una catalana que trabaja en Jaisalmer conseguimos un hotel en Delhi de 50 euros la noche, solamente por 30 incluyendo desayuno y nos animamos. Y también decidimos que el desplazamiento de hoy lo haríamos en avión (lo que decía de la comodidad). Éste ha sido el orden de los acontecimientos.

6.15 am Teléfono de recepción para despertarnos y preguntarnos qué queríamos para desayunar.
6.40 am Un camarero con el desayuno en la habitación: tortilla francesa, tostadas, mantequilla y mermelada y té.
7.15 am El taxista en la puerta.
7.40 am Terminal 3 del aeropuerto Indira Gandhi, facturar según llegamos, control de seguridad y oír la llamada de nuestro vuelo.
8.30 am Sentados en un boing 777 de Air India nuevísimo con apenas 80 pasajeros (ya nos gustaría uno así para que nos llevara a Madrid!!)
9.15 am Despegando
9.30 am Sandwich y zumito
10.00 am Aterrizando en Amritsar y taxista con un cartel que dice “Mr Xabir” en la terminal.
11.00 am En la habitación de un hotel justo enfrente del templo dorado con TV, frigorífico, aire acondicionado, toallas y café en la habitación.

             Aquí se acaba toda la aventura occidental. Por la tarde ya ha tocado volver a negociar con un conductor de coche para un trasporte en el que hemos ido 13 personas (sí 13!) en un coche.





sábado, 18 de agosto de 2012

Tras los pasos de un gran hombre



Hay ciertas personas en el mundo que causan admiración a casi cualquiera independientemente de creencias, ideas o formas de vida. Una de esas personas, sin duda, es Mahatma Gandhi. Hoy hemos visitado la que fue su casa en los últimos días de vida y el lugar donde aquellos disparos acabaron con ella.

La casa está situada en una zona residencial de la zona llamada “Nueva Delhi” y al atravesar las puertas que dan acceso al jardín se respira una tranquilidad abrumadora. No se debe pagar nada para poder acceder y no aceptan donativos, un detalle más que encaja a la perfección con el estilo de su último morador. El lugar está lleno de referencias a la paz, al entendimiento, al dialogo y, cómo no, a la No-violencia. Se trataba sin duda de un gran hombre sencillo que quiso enseñar “con su propia vida”. Algo curioso, y al mismo tiempo emotivo, es la posibilidad de caminar sobre las huellas de las últimas pisadas que dio Gandhi desde su habitación hasta el lugar donde le mataron en frente de más de 500 personas la tarde del 30 de enero de 1948. Es como si te dijeran: camina sus últimos pasos con él y sigue más allá de lo que él llegó. Realmente hay muchas cosas que se puede aprender de este hombre de “alma grande” (Mahatma).

El resto de la tarde la hemos dedicado a pasear por las grandes avenidas de la nueva zona de Delhi donde está el parlamento, la casa presidencial, las embajadas, ministerios… y reservamos la “Old Delhi” para el sábado que viene, cuando estemos de vuelta del viaje al norte que emprendemos mañana.



jueves, 16 de agosto de 2012

El valor del silencio



Hoy hace dos semanas que dejamos Tolosa y será el primer día desde entonces que hemos disfrutado de momentos de silencio. Es difícil encontrar en las ciudades de India lugares para relajarse, no abundan. Pero cuando te alejas de esos grandes núcleos y te adentras en lugares como Jaisalmer recuerdas lo gratificante que era no oír nada.

El día de hoy lo hemos dividido en dos partes. Por la mañana hemos dado la vuelta al lago Gadi Sagar que está cerca de la ciudad. Este lago antiguamente abastecía a Jaisalmer pero ahora se trata de un gran charco plagado de peces bien grandes a los que echar pan te libera de pecados que hayas podido cometer y rodeado de edificios religiosos y funerarios. A penas unas palomas, unas vacas y unos peces nos han acompañado en nuestro paseo. ¡Ah! Sin olvidar a tres garrulos que hemos ayudado a sacar un coche de la orilla del lago que habían acercado para limpiar y les patinaba al salir.

Por la tarde, tras una siesta bien merecida, nos han recogido en un Jeep y nos han adentrado en el desierto del Thar. Tras parar en una pequeña aldea para conocer de cerca la vida de la gente que vive en aquella zona nos han presentado a los dos amigos jorobados que nos iban a acercar a las dunas. ¡Yo no me creo que los Reyes Magos llegaran a Belén en camello! El paseo de hoy ha sido suficiente experiencia para saber que grandes recorridos en esos bichos no son muy saludables. La  verdad es que el rato de silencio, sentados en las dunas de arena, viendo como atardecía no ha tenido precio. Quizá nos faltaba una cervecita fresquita  pero tampoco vamos a pedir más. Ha sido una buena experiencia. La vuelta ha sido bastante más rápida porque amenazaba lluvia y hacía dos días, por la tormenta que hubo, llegaron hacia las tres de la mañana por ciertos torrentes de agua que los Jeep no podían pasar.

Pues nada, mañana por la tarde marchamos para Delhi. Nos esperan largas horas en autobús para llegar el sábado por la mañana a la capital del país donde apenas pasaremos una tarde antes de volar hacia el norte.




miércoles, 15 de agosto de 2012

La India desértica


Cuando decíamos que nuestros planes se amoldarían a la realidad del país, nos referíamos precisamente a episodios como los vividos estos dos días para poder alcanzar el extremo más occidental de la India. Tras muchas horas de viaje y debido en gran medida al estado de las carreteras y la gran tromba de agua que el monzón nos regaló durante todo el día de ayer, llegamos a Jaisalmer después de dos días.

         La ciudad en la que nos encontramos es la puerta al desierto del Thar, lugar en el que mañana pasaremos la tarde a lomos de un camello. Se trata de una ciudad amurallada y encaramada en una colina con todas sus casas construidas con piedra arenisca naranja. Un laberíntico conjunto de calles para perderse y no parar de sacar fotos en cientos de rincones, husmear en sus tienditas y tomarse un refresco en alguna de las muchas terrazas de los tejados de la ciudad. La parte positiva de las extrañas lluvias de ayer en la zona es la bajada de las temperaturas, que en el Rajastan suelen ser altas, y la brisilla que sopla de vez en cuando.



domingo, 12 de agosto de 2012

Maravilla del mundo moderno


Si hace dos días merecía la pena hacer un esfuerzo y madrugar para acompañar a los primeros rayos de sol, hoy no cabía duda de que también merecería la pena. A las cinco y media de la mañana hacíamos cola (junto con otros cuantos colgados) a las puertas de una de las Maravillas del mundo: El Taj Mahal.

Ver como el majestuoso edificio va cambiando de color y tonalidad según el sol va haciendo aparición por el horizonte es algo difícil de describir. Es uno de esos lugares que cada apreciación hace crecer el mito de belleza del lugar, pero ciertamente lo merece. Ahí está. Majestuoso y ajeno al paso del tiempo. Luciendo tan blanco como el primer día. Igual que quien lo mandó construir lo soñó y lo disfrutó durante un tiempo. Es algo de lo que los indios se deben de sentir orgullosos. Agra nos ha ofrecido también la oportunidad de disfrutar de otros lugares bellos pero, sin duda, a la sombra de este gran monumento.






Mañana, a la misma hora que hoy hacíamos cola, marchamos en tren hacia la región desértica del Rajastan. Atrás dejaremos nuestra primera semana en la que hemos recorrido la región de Bengala y Uttar Pradesh, parando en las ciudades de Calcuta, Venarasi y Agra. Nos llevamos una idea clara de la vida en las ciudades de las llanuras. Hasta el próximo sábado tenemos por delante la visita al desierto de Thar y la majestuosa ciudad de Jaisalmer.


sábado, 11 de agosto de 2012

Amaneceres



La magia de viajar te permite disfrutar de cosas que ocurren todos los días y a las que no les das importancia. Reconozco que nunca me he levantado a las cinco de la mañana para ver salir el sol por detrás del monte Uzturre que domina nuestro pueblo. Ese tipo de esfuerzos sólo los haces cuando crees estar en lugares que incrementan su magia por el momento del día.

Ayer vimos salir el sol navegando en un bote sobre las aguas del rio Ganges. Y con ojos pequeños, pero capaces de captar muchos matices, presenciamos la infinidad de ritos que los hindúes hacen al alba en sus aguas. Cada mañana montones de amantes del río bajan por las escaleras de los ghats y realizan ofrendas, se bañan, lavan ropa…  Todo en el mayor silencio solo roto por el motor forzado de las barcas que difícilmente remontan el cauce del todopoderoso Ganges.

       
          Durante el resto del día nos dedicamos a recorrer en coche privado lugares emblemáticos de la ciudad como la universidad, templo de los monos, templo de la madre India… y acabamos, como no, nosotros también bañándonos en Varanasi. Durante unas cuatro horas descansamos entorno a esas aguas que  nos relajaron para poder proseguir el viaje en tren nocturno (esta vez con trasbordo)  que esta mañana nos ha dejado a las puertas de una de las maravillas del mundo y mayor monumento de toda India: El Taj Mahal. Durante el día de hoy y de mañana nos dedicaremos a disfrutar desde diferentes puntos de vista de este mágico lugar.


jueves, 9 de agosto de 2012

El Ganges. Símbolo de vida y muerte




La fe es un don. El que la tiene así lo siente y lo vive. El que no la tiene mira al que  la tiene y le cuesta comprenderlo. Eso nos ha pasado hoy en Varanasi.

Para la religión hinduista, el río Ganges es la madre que da vida y a la que hay que volver al final de la misma. Por lo que en todas las escalinatas que llevan al río (que son muchas a lo largo de la ciudad) la gente se acerca a sus aguas marrones y le dan gracias. Algunos con ofrendas en forma de velas flotantes, otros bañándose, alguno que otro bebiendo… (si vierais el río a estas alturas ya estaríais escandalizados). Pero no sólo se le da gracias por la vida sino que el mejor lugar para morir es también esta ciudad. Por lo que te encuentras con gente que viene a gastar sus últimas energías aquí, o que después de muerto su familia trae el cadáver para ser incinerado en su orilla y sus cenizas arrojadas a sus aguas.

Varanasi es una ciudad laberíntica con un casco antiguo repleto de calles estrechas (pero estrechas de verdad) con tiendas por todas las esquinas, vacas sagradas paseando, durmiendo, comiendo… motos que suben y bajan, puestos de comida, templos, grupos de peregrinos (como los del inserso pero en lugar de con gorra con una marca roja en el entrecejo) y turistas. Y si hay turistas hay “cazaturistas” pesados que no paran de querer enseñarte, venderte, darte a probar, aconsejarte, ayudarte... o simplemente pedirte un donativo.

Por lo que hoy nos hemos dedicado a caminar por la calles esquivando motos, vacas, peregrinos, cacas de vaca (aunque alguna no ha sido esquivada), cazaturistas, gente que portaba cadáveres camino del río… Hemos asistido a varios ritos de incineración en la zona crematoria y a la “Puja” o rito de dar gracias al atardecer. Todo esto, con ojos de fe hinduista son ritos llenos de significado vivencial; para católicos de países lejanos son signos de admiración por concepciones de vida tan diferentes y de respeto desde la incomprensión.

Y todo esto lo escribo mientras oigo el murmullo de las aguas de este gran río que arrastra en su cauce, tanta vida y tantas vidas.


Un viaje en el espacio… y en el tiempo



Los europeos medios estamos acostumbrados a viajar cada vez más rápido y cada vez más cómodos. En nuestro concepto de viaje la única definición que cabe es la de desplazamiento desde un lugar para llegar a otro. Quizá viajar a lugares como la India te ayuda a comprender que no todo el mundo se mueve a tu velocidad, ni a tu manera, ni con tu misma perspectiva del mundo. Viajar en tren en la India es una experiencia que recomiendo a cualquiera, siempre y cuando uno no sea muy exigente con las comodidades del viaje.

Los viajeros ya no van subidos en los techos de los vagones o rodeando la locomotora como lo hemos visto en películas y documentales (o no al menos en las grandes líneas). Es cierto que nuestro vagón iba bastante vacío y tranquilo, pero también es cierto que nos cruzamos con trenes en los que la gente iba de pie por falta de espacio y había quien apoyaba los suyos en el peldaño de subirse al tren. Según me reclinaba en mi “cama” iba viendo como mis compañeros de viaje, a parte de mi hermano otros cincuenta indios más o menos, iban tumbándose en las suyas para disponerse a descansar en la medida de lo posible (ruido del tren, pitido constante para que animales y personas se apartaran de la vía, ventanillas abiertas para ventilar, ventiladores en marcha por razones obvias que no voy a describir…). En aquellos momentos venían a mi mente imágenes de la televisión en la que salían los barracones de los campos de concentración y donde se veían en línea montones de pies sucios.

El viaje fue mejor de lo esperado y pudimos dormir casi siete horas, con sobresaltos, por supuesto. En cada parada una masa de vendedores ambulantes que gritaban cosas que yo no entendía inundaban el vagón con cientos de olores entre propios y de la mercancía que pretendían vender. También ellos me ayudaron a entender el porqué de los incendios en los trenes indios: hay vendedores de té que pasean con una especie de caldero con fuego en el que sitúan una tetera.

Llenos de polvo y sudados llegamos por la mañana a Varanasi, ciudad del Ganges. Lugar donde los hindúes vienen a morir y a quemar a sus difuntos. Estamos duchados y con ropa limpia para pasear, entre millones de vacas y cagadas, por las estrechas callejuelas de esta ciudad hasta mañana por la noche que, si todo va bien, nos subiremos a bordo de nuevo de esa máquina del tiempo que son los trenes en este país.


lunes, 6 de agosto de 2012

Pequeños oasis en grandes desiertos



Dicen que los animales tienen la habilidad de adaptarse a todo tipo de circunstancias y sobrevivir en todo tipo de realidades. Hoy he descubierto que el ser humano también.

Esta mañana, después de esperar en una esquina a que parara una de las trombas de agua que nos ofrece el monzón mientras veíamos a un chaval ducharse bajo la lluvia, hemos quedado con Ane Zabaleta para tomar un café. Ane es una tolosarra que lleva en Calcuta 7 años en los cuales ha conseguido, con mucho esfuerzo, abrir varios dispensarios médicos en zonas de la ciudad más desfavorecidas (no sé si se puede decir esto último viendo el panorama del centro, pero en fin). Nos ha llevado a visitar uno de los dispensarios y recorrer aquellas calles por donde las aguas fecales y de cualquier tipo circulan por un canal a pie de calle, esquivando charcos que acumulan tanta vida como un yogurt con bífidus, donde los niños corren descalzos, y las puertas abiertas de las casas no dejan lugar a imaginar que los interiores podrían ser mejores que los lugares públicos. MÉRITO en este caso es una palabra que se escribe con mayúsculas. No hemos compartido el día con la Madre Teresa, pero pequeños milagros de este tipo son los que hacen cambiar el mundo. Escuchando a Ane contar las mil y una peripecias que ha vivido para conseguir poner en marcha los dispensarios y las historias de algunos de los casos que atienden o los cursos de formación sanitaria que imparten, te hacía visualizar por momentos fotogramas de “La ciudad de la alegría”. Pequeños oasis en grandes desiertos.

Por la tarde nos ha llevado a mezclarnos con los hindúes en peregrinación a un templo. Pero para llegar hasta él hemos tenido que usar el transporte público: metro y bus. El metro bastante aceptable, con la salvedad de los asientos para mujeres y los asientos para hombres. Pero el viaje en autobús no ha tenido desperdicio: ochenta personas hacinadas en el espacio de cuarenta, sin dejar a penas espacio ni para sacar el dinero del bolsillo para pagar al pica. ¡No he sudado tanto ni en la sauna del poli! La visita ha merecido la pena por ver un lugar bonito de tranquilidad donde la gente lleva sus ofrendas a los dioses. A la salida una familia ha querido sacarse una foto con nosotros (la segunda en dos días) que te da una especie de sensación entre mono de feria y famoso de tres al cuarto, pero no deja de ser gracioso. Es verdad que Calcuta no es turístico y somos los únicos blanquitos de la comarca (y dice Ane que será así toda India). Mi pregunta es: ¿Qué dirán cuando enseñen esa foto a sus amigos?

Mañana dejamos Calcuta al anochecer para acercarnos a Varanasi, pero todavía quedan varias horas por La Ciudad que deja Huella.



domingo, 5 de agosto de 2012

Con polvo en los pies

           
          No presumo de ser una persona excesivamente viajada, pero considero que he conocido muy diversos lugares, sus gentes, sus riquezas y sus puntos oscuros. Pero hasta el día de hoy no había vivido situación semejante a la que las calles de Calcuta me han ofrecido. Me cuesta ordenar todas las imágenes que mis ojos han recogido (y que mi cámara no ha podido por vergüenza y dignidad) durante las ocho horas largas que hemos dedicado a caminar, casi sin descanso, por las calles de esta ciudad. No me cuesta mucho imaginar lo que movió a la Madre Teresa a afincarse en esta tierra tan necesitada de caridad.

El día lo hemos comenzado con un desayuno fuerte (yogurt, muesli, tostadas, tortilla y café) y caminando en dirección a uno de los pocos lugares majestuosos y limpios de todo lo visto hoy: el Victoria Memorial (una especie de palacio en honor de los 60 años de reinado de la Reina Victoria). Todo lo que hemos visto después está rodeado de niños vestidos solamente con calzones corriendo y jugando por las calles; tullidos pidiendo limosna; ancianos durmiendo en las esquinas de las casas; madres con bebes en brazos lavando ropa en charcos; tiendas y locales de comida de 2x2 en los que el dueño de cuclillas trabaja sin descanso… y todo eso acompañado de montoncitos de basura, polvo, coches que hacen sonar el claxon sin descanso, perros que no paran de rascarse y cuervos, muchos cuervos por toda la ciudad.

El único remanso de paz en todo el día lo hemos vivido visitando un cementerio en desuso (almas que hace tiempo que no dan guerra) y la casa donde vivió la Madre Teresa. Cuando hemos tocado la puerta las hermanas estaban rezando, y al lado de la tumba de la madre se celebraba una misa en francés para voluntarios, por lo que el ambiente de aquel sencillo lugar y el aspecto de la habitación donde trabajaba, dormía y murió, animaba a descansar, quizá rezar y sino al menos pensar en la labor de aquella pequeña mujer entre todas aquellas calles que durante varias horas habíamos recorrido.

Sin duda es una ciudad que da qué pensar. Todavía nos quedan dos días en la capital Bengalí. Veremos si lo que mañana, de la mano de Ane, y pasado mañana añade más carga a esta visión o la completa de otra manera.

Las fotos que os enseñamos, evidentemente no muestran nada de lo oscuro de la ciudad, eso no es necesario mostrar. Es mejor quedarnos con nuestra pinta de turistas o el caos del tráfico.



sábado, 4 de agosto de 2012

Tomamos tierra en La India


             Aunque todos los días tengan la misma cantidad de horas, hay algunos que se pasan volando y, sin embargo, otros parecen no acabarse. Hoy se trata de uno de esos interminables y bastante aburridos en los que uno no sabe como consumir las horas de espera en un aeropuerto.


Sabíamos que nuestro vuelo de Nueva Delhi a Calcuta estaba cancelado pero guardábamos la esperanza de estar equivocados. Obviamente la información recibida era correcta y nos cambiaron el vuelo cancelado de las nueve de la mañana por uno a las tres de la tarde. Por lo tanto, tiempo de espera y paseo por una terminal no muy grande que, al menos, tenía aire acondicionado.

A las cinco de la tarde llegamos, por fin, a Kolkata: golpe de calor, contratar un taxi estilo Cuba comunista años 70, y recorrer durante 30 minutos calles y calles atestadas de gente, coches, autobuses, carros tirados por hombres, perros, puestos ambulantes, vacas sagradas, peatones… la gente se acercaba a nuestro taxi que circulaba con las ventanillas bajadas y nos decía cosas que no entendíamos y que el taxista tampoco podía traducir con su deficiente inglés. En las aceras puestos de comida, escombro, charcos, gente durmiendo, aseándose en cubos, meando, cocinando… Mezcla de olores y humos acompañados de cláxones que no dejaban de sonar. A demás conducen por la izquierda, reminiscencias de colonia inglesa, por lo que como pasajero no sabes por dónde te van a salir. Un caos al que en dos días nos habremos acostumbrado y que tanto recuerda a otros lugares (Venezuela, Perú, Vietnam…)

Una vez en nuestra habitación, la mejor de lo que en nuestro pueblo llamaríamos pensión, aire acondicionado en marcha y una buena ducha con agua fría (caliente si queríamos nos traía en un balde para el día siguiente) que es buena para relajarse y dicen que para la piel. Con ropa limpia y refrescados salimos a esa calle llena de gente, animales, carros… que ahora está de noche. Tras una llamada telefónica a una amiga de Iñaki que vive aquí encontramos el Spanish café que ella abrió y cenamos rodeados de españoles casi todos voluntarios de la ONG Madre Teresa que nos ponen al corriente de lugares para visitar, comidas, bebidas, transporte.

Ya estamos pisando tierra hindú y planificando itinerarios y lugares que visitaremos los próximos tres o cuatro días. No mucho más porque India funciona a corto plazo, nada se puede asegurar más allá de tres noches.

viernes, 3 de agosto de 2012

En tránsito....

Todo viaje a destinos lejanos conlleva horas de espera, cambios de transporte, cansancio y deseos de alcanzar el destino. En nuestra aproximación a la India nos encontramos a medio camino: comiendo en el aeropuerto de Helsinki después de haber recorrido los 500km que separan Tolosa de Madrid en bus y haber sobrevolado casi toda Europa para llegar a uno de los países situados más al norte. Queda la mitad del camino para llegar a Kolkata y muchos más kilómetros para recorrer a partir de mañana. Jarrai dezagun...


miércoles, 4 de julio de 2012

Primeros pasos: preparativos del viaje




Como todo viaje que hacemos Peru, Venezuela, Vietnam... los primeros pasos son los mas costosos pero no por ello los menos importantes. Por eso creemos que son los mas interesantes, pasaporte, visado, vacunas, guías, blogs....